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Arena sin fin
Nieves Garcia

Tenemos que discutir más.


Cuando pensamos en una pareja, en una familia o unos amigos ideales, podemos llegar a pensar que estos no discuten nunca. Nos los imaginamos deseando los mismos planes, llevando los mismos ritmos, teniendo las mismas ideas.

Y esto no es así, o al menos, no debería de serlo. Ya sea por que sería muy aburrido y no nos plantearía ningún reto o camino distinto al que teníamos pensado, o por que no es algo verdadero eso de que vayamos a una. Estaríamos mintiéndonos y negándonos a nosotros mismos nuestros deseos y pensamientos, por agradar al otro.

Todos deberíamos de discutir más con los que queremos. Parece paradójico que un profesional de la salud mental (influenciada en gran parte por como vivimos nuestras relaciones) os aconseje tener más discusiones de las que tenéis.

Os expongo dos puntos que tal vez os hagan entender por qué esto es algo sano para ti y los que te rodean.

Primero os hablaré de la diferencia entre discutir y pelear.

Cuando peleamos con alguien lo hacemos desde el enfado y podemos utilizar palabras o acciones que pueden dañar a quien tenemos enfrente.

Al discutir lo haremos desde la calma y teniendo en cuenta que lo que hacemos y decimos sirve para construir algo positivo entre las partes que se enfrentan.

Todas las emociones son válidas y buenas, incluso las displacenteras, como la ira. Cuando algo nos molesta nos enfadamos y es normal y sano discutir por que nos hemos enfadados. El truco está en tomar esa emoción y gestionarla adecuadamente. En vez de actuar en caliente, cuando nos cuesta más medir nuestras palabras, está bien tomar distancia (tras habérselo comunicado al otro) calmarnos, pensar que es lo que queremos y cómo podemos alcanzarlo, y tras esto, hablarlo con nuestra hermana, nuestra amiga, nuestra pareja…

Y en segundo lugar, tenemos que tener en cuenta que el modo correcto de actuar, a la hora de discutir, es haciéndolo desde la asertividad.

Es decir, haciendo valer nuestros deseos, lo que pensamos, lo que queremos, desde nuestro sistema de valores y preferencias, a la vez que respetamos los de los demás. Llegando a acuerdos en los que todos se sientan cómodos para construir juntos la relación que se merecen y quieren compartir.

Lo dicho, os animo a discutir.


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